Destacaría dos pensamientos que la lectura de "LA NAVE DE LUCAS" me ha provocado al leerlo. Por un lado,que hasta los sueños más impensables pueden hacerse realidad, sólo hay que desearlo con mucha fuerza. De igual manera, se pone de manifiesto una realidad típica de los más pequeños, "lo mio es mejor, más rápido...", lo cual, a nuestro pequeño protagonista parece no afectarle en absoluto; es más, con su imaginación y su afición por el dibujo es felíz en su pequeño mundo.
"La nave de Lucas" nos cuenta la historia de un niño muy especial que vive con su abuela y como su casa está muy cerca del cole acude siempre en patinete.
Todos, en sus bicicletas super veloces, adelantan a Lucas, pero eso nunca le ha importado. Su maestra Laura con frecuencia le riñe, ya que se distrae con facilidad, soñando con el universo, naves espaciales, marcianos...y con los dibujos que él mismo hace.
"Lucas, cuando sea mayor, quiere ser astronauta"
"En clase se encuentra muy pensativo, no se explica que puede haber pasado con su dibujo". Es su abuela, la que con cariño le hacer ver que lo habrá olvidado en algún cajón y que pronto, con toda seguridad lo encontrará.
Como cualquier mañana, y después de un largo sueño con naves extraterrestres, Lucas se levanta se asoma a su ventana y con gran sorpresa descubre en el balcón de su casa ¡"una nave espacial igualita a la que él había diseñado!" .
"Aquel día, Lucas es el primero en llegar a la escuela".
Esta deliciosa historia está acompañada de unas fantásticas, coloridas y vivas ilustraciones, que hacen sentir al cuento y a Lucas de lo más cercanos. Está escrito e ilustrado por David Granados Niubó y editado por Takatuka. Un libro a tener en cuenta y que no os debéis perder.
María José.
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