27 de febrero de 2016

COLABORACIONES ESPECIALES: JAVIER FONSECA.

¿NO TE VOY A VER MÁS? 
MUERTE, DUELO Y PÉRDIDA EN LA LIJ.



Comenzamos hoy con la primera de varias colaboraciones de autores e ilustradores que nos aportarán su visión sobre distintos aspectos de la literatura infantil y juvenil. Para inaugurar esta nueva sección el escritor Javier Fonseca reflexiona sobre el tema de la muerte en la literatura infantil. También nos recomienda diversas propuestas editoriales para tratar este tema con los más pequeños.
Ilustración de Pablo Auladell para "Inés Azul" de Pablo Albo
 
Es notorio que a la muerte se le teme por todo lo que hay de desconocido en ella. Se le teme porque con ella nos ausentamos de todo lo que hemos aprendido a amar, de la naturaleza, del pensamiento y hasta del amor mismo. Y, se le teme, a veces mucho, porque el hombre se hace silencio con la muerte.
Armando Quintero
La muerte en la LIJ (cuentacuentos.eu)

Si la pérdida de un ser querido es un hecho duro y difícil de asumir por un adulto, en el caso de los menores, esta situación plantea unos matices diferentes. ¿Cómo explicar a nuestro hijo, nieta, sobrino...  que el abuelo, mamá, su amiga o su mascota se han ido y no van a volver?
Por otro lado, es fácil que todo el que haya tenido relación con niños y niñas, en algún momento haya escuchado de estos preguntas del estilo: ¿Dónde vamos cuando nos morimos?; cuando te mueras, ¿no te voy a ver más?; ¿morirse es como quedarse dormido? 
Ilustración de Miguel A. Díez para "El último canto" de Pablo Albo.

En muchas ocasiones los propios niños tienen respuestas a estas preguntas que nos sorprenden por su sensatez, entereza, sentido común y, sobre todo, por su imaginación.
Consciente de que la muerte es un tema recurrente entre las inquietudes de niños, la Literatura Infantil (LI) lo trata de muy distintas maneras, según el público al que se dirija. Y lo ha hecho desde siempre, aunque desde hace unas décadas ha variado considerablemente el enfoque.
Ha sido un tema presente en los relatos tradicionales y cuentos de hadas narrados en las cocinas, los patios… historias que escuchaban niños y adultos embelesados por igual. En los inicios del siglo XX, el exceso de protección hacia los pequeños hizo que fuera un tema tabú hasta que, más o menos en el último cuarto de siglo, vuelve a tomar protagonismo en la LI.
 
Ilustración de Peter Schössow para "¿Cómo es posible? La historia de Elvis"

Así, tenemos textos muy sugerentes de gran belleza plástica, llenos de imágenes y símbolos; mensajes más directos en los que la propia muerte es la protagonista; relatos de fantasmas; personajes animales o fantásticos que encarnan las inquietudes y emociones humanas ante este hecho; leyendas que intentan dar respuesta...
La LI puede facilitar la empatía. El niño se identifica con el personaje, se proyecta, vive lo que le pasa a este y eso le puede ayudar a encajar su pérdida.  Con la LI se adapta el mensaje a códigos más comprensibles para el niño.
La clave para tratar de forma natural el tema de la muerte en la LI es huir de los eufemismos, que ocultan la realidad. La Literatura tiene una herramienta muy poderosa para tratar temas delicados: la metáfora. Mediante esta se explica y se acerca la realidad al lector.
Ilustración de Rosa Osuna para "No es fácil pequeña ardilla" de Elisa Ramón.

No nos podemos olvidar de que estamos hablando de literatura. Y el escritor tiene un compromiso consigo mismo, con el lector y con la calidad. Ocultar ciertos temas por miedos personales, pecar de exceso de protección… no es legítimo. En última instancia, la muerte es lo que da sentido a nuestra vida. Si fuésemos eternos, nos aburriríamos del sabor de los tomates; seríamos como zombies, carcasas humanas sin esperanza. La muerte es nuestra contraportada y, como tal, forma parte del libro de la vida. Como el sexo, la guerra, la política, los abusos… Todos estos temas que llenan los telediarios sin escandalizar a nadie.

Ilustración de Aitana Carrasco para "Lejos" de Pablo Albo.

Ocultárselos a los lectores más jóvenes sería un engaño, privarles de lo que es suyo, porque, no nos olvidemos, son niños, no tontos, ni seres de otro planeta. Viven, sienten, se preguntan, bromean… sobre los temas universales como cualquier ser humano. Si nos referimos a la muerte, la negación, la búsqueda de respuesta, la conformidad, la explicación fantástica, la culpabilidad… son todas reacciones humanas y en los niños se producen con intensidad diferente que en los adultos, peros se producen.


A continuación, ofrecemos una serie de títulos que abordan el tema de la muerte brevemente analizados:

¿Cómo es posible??!
La historia de Elvis
Peter Schössow
Loguez Ediciones 2006
Edad: +6

El interrogante del título de este álbum suele ser la primera reacción ante una pérdida. La niña protagonista de esta historia acude al parque arrastrando su pena y su rabia dentro de un bolso rojo chillón. Un grupo de personajes comienzan a seguirla: un ser alado, un oso de peluche, un perro, un hombre pequeño con una gran maleta, una mujer “larga” y un hombre jugando al yo-yo. Son seres que se preocupan por ella y pueden interpretarse como el imaginario de las diferentes etapas de su vida infantil. Nadie parece verla salvo esa extraña troupe. Solo ellos y la niña destacan en lo dibujos por sus colores fuertes. El fondo de las escenas y el resto de personajes aparecen en un segundo plano casi como marcas de agua. Hasta que grita: “¿Cómo es posible?!!” Entonces, la ilustración parece despertar. Esto se repite tres veces hasta que la mujer larga le pregunta qué le sucede y la niña, primero enfadada y luego llorando, les muestra la pena y la rabia que guarda en el bolso.
El texto y la ilustración se complementan y apoyan para contarnos esta historia tierna, con toques de imaginación y de absurdo que integra la pérdida de un ser querido -sea este quien sea- como un paso más en el crecimiento y una oportunidad para la madurez. Después del duelo y la despedida nos quedamos con la seguridad de que, a partir de ahora, Elvis va a formar parte de la galería de experiencias de vida que acompañará a la protagonista de esta historia y a la que podrá acudir cuando necesite consuelo y paz interior.

El árbol de los recuerdos
Britta Teckentrup
Nube8 ediciones y Pepa Montano editora
Edad: +3

Zorro, después de una vida larga y feliz en el bosque, está cansado. Llega a su lugar favorito, se tumba, observa el bosque por última vez y se queda dormido para siempre. A partir de este momento, sus amigos se acercan, lloran su pérdida y, acto seguido, todos comienzan a recordar con nostalgia y alegría los momentos compartidos.
El texto está escrito pensando en los más pequeños. Quizá por eso la autora se permite en ocasiones incluir, a través del narrador, algunas aclaraciones y comentarios que pueden sonar reiterativos.
Destaca la sencillez del lenguaje y cómo aborda el tema del duelo. Los animales, nos dice, “permanecieron silenciosos mucho tiempo”. Esta indefinición nos señala cómo el duelo no puede acotarse temporalmente. Cada cual necesitará un plazo para asumir la pérdida del amigo. Lo importante es dárselo y acoger los sentimientos que aparezcan sin rechazarlos. No dejar que pase, sino pasarlo. Vendrá como el invierno y se irá como este al llegar la primavera. Este cambio de estación es el recurso con el que la autora refuerza la idea. Son dibujos cálidos, incluso en las escenas invernales, planos y muy expresivos, que recuerdan a un collage y complementan la poesía del texto. Palabra e imagen potencian la idea de que la muerte es una parte imprescindible del ciclo de la vida y no tiene por qué ser una despedida para siempre. Porque si nosotros queremos, nadie se va del todo.
 
El libro triste
Michael Rosen/Quentin Blake
Serres editores
Edad: 3-99

Michael Rosen nos cuenta en esta historia qué le pone triste: pensar en su hijo Eddie, que murió. El título no engaña. Este es, quizá, un libro más sobre la tristeza que sobre la muerte. Contado desde la experiencia y sin tapujos. Y ese es su principal valor: que el autor cuente su historia. Con ello normaliza la tristeza que todos sentimos en algún momento.
Pone negro sobre blanco sentimientos que todos hemos tenido alguna vez. No busca darnos una explicación que él no encuentra, aunque sí nos muestra cómo busca algunas soluciones que le ayuden a entender o a sobrellevarla. Nos hace empatizar con el padre triste porque a este no le ocurre nada que no nos haya pasado a nosotros alguna vez. Y, sobre todo, porque no se limita a mostrar esa parte de la tristeza que despierta compasión. También nos muestra “el lado oscuro” que lleva al personaje a hacer tonterías o incluso cosas malas que no puede contarnos porque “no está bien contarlas delante del gato”.
Estamos ante un magnífico ejemplo de convivencia entre texto e ilustración. Más que un equilibro hay una total compenetración. Se subrayan, se acompañan, se ceden protagonismo según las escenas: fluyen como si salieran de un mismo corazón.
Una historia que conmueve, contundente, como es la tristeza de la que nadie está libre, pues“¿Quién se siente triste? Cualquiera puede estar triste. La tristeza viene y te encuentra”.

Paraíso
Bruno Gibert
Ed. Los cuatro azules 2009
Edad: +5

A veces, la mejor manera de tratar temas sensibles y delicados es acudir a lo cotidiano. Así ocurre con este pequeño álbum ilustrado donde un niño nos cuenta sus reflexiones a partir de la muerte de su abuelo.
El narrador es el propio niño protagonista, que nos presenta sus ideas y pensamientos en torno a la muerte preguntándose si todo el mundo va al paraíso, cómo serían las ciudades de ese lugar, o lo genial que sería renacer, siempre y cuando se pudiera elegir, claro. Para ello, el autor se sirve de un lenguaje y un tono infantil, muy cercano al pequeño lector, que fácilmente se identificará con las reflexiones del protagonista.
Pero lo más interesante de este Paraíso son sus imágenes. Los pensamientos en voz alta del protagonista están acompañados por iconos que el lector, sea cual sea su edad, puede fácilmente reconocer. A veces obvios, otras sugerentes. Así, el recuerdo de los paseos con el abuelo se ilustra con una señal de tráfico de bicicletas; la edad de este nos la muestra una señal de velocidad máxima, o la vida y la pasión el as de corazones.
Un hermoso libro que nos demuestra cómo  los ojos de un niño pueden darnos lecciones de sentido común a través de la imaginación y la inocencia. Porque, si mantenemos despierta al menos una parte de nuestra mente infantil, estas cualidades no están reñidas con la seriedad y naturalidad a la hora de tratar cuestiones delicadas.

Cuando la Muerte vino a nuestra casa
Jürg Schuiberg/Rotraut Susanne Berner
Lóguez Ed. 2013
Edad: +5

Esta historia está ambientada en un lugar donde hubo un tiempo en el que no conocían a la Muerte. Por eso, aquello que podía construirse se mantenía hermoso y entero, y no necesitábamos darnos los buenos días porque todos los días eran buenos. Esta situación idílica se trunca cuando aparece un viajero como otro cualquiera que tropieza y ha de quedarse a descansar y recuperarse una noche. Y este pequeño incidente lo cambia todo de manera dramática.
Explícito y crudo en una primera lectura, este álbum trata con exquisita sutileza las múltiples caras de una vida con sentido, viva. La Muerte rompe la calma insípida del lugar y con ello enseña a sus habitantes a sentir. En las primeras ilustraciones vemos a unos personajes planos, fríos, que no expresan absolutamente nada en su “mundo feliz” hasta que la aparición de la Muerte los despierta. Y es un despertar suave, sutil, que se manifiesta en que los dibujos empiezan a moverse, a interactuar, a sufrir y, poco a poco, expresar emociones con sus rostros. La siniestra viajera trae a ese lugar aparentemente idílico el sufrimiento, pero también la compasión y el consuelo. Llega la vida con sus claroscuros.
Después de una lectura reposada del texto y de los dibujos, aprendemos que el hecho de que las cosas se acaben, marchiten, rompan, es, al mismo tiempo lo que demuestra que están vivas. Saber que tenemos un final nos permite disfrutar del día a día y del otro. La otra opción, aparentemente feliz, es una existencia hueca, de muerto viviente, sin sentido ni sentidos. Sin vida. Si queremos vivir, es preciso asumir que somos “vivos murientes”.

Nana vieja
Margaret Wild/Ron Brooks
Ediciones Ekaré, 2000/2008
 Edad: +3

Nana Vieja y Chanchita, su nieta, llevan mucho tiempo viviendo juntas, compartiendo el día a día. Una mañana, Nana Vieja no se levanta a desayunar y Chanchita tiene que encargarse de todas las tareas. Al día siguiente, aún débil, la abuela se levanta con un montón de tareas que hacer antes de que llegue la noche.
Este álbum nos habla sobre cómo afrontar la muerte, la propia y la de alguien querido, cómo compartir ese momento que puede convertirse en el de amor máximo, tanto del que se va como hacia el que se va.
Guiados por el narrador vemos, por un lado, cómo la abuela se prepara para morir y, por otro, cómo la propia nieta vive no solo la despedida sino todo el proceso de acompañamiento a alguien que se va. Que los personajes sean animales “humanizados”, los tonos cálidos y los trazos casi impresionistas de las ilustraciones, los silencios que se intuyen... Todo aporta a una visión muy natural y afectiva de la muerte.
Poder despedirse es una suerte. Dejar las cuentas claras y todo bien atado. Llegar al final con la consciencia necesaria para hacerlo nos permite agradecer a la vida todo lo que hemos disfrutado con y de ella. Y acompañar a alguien en su despedida es una oportunidad única, otro paso más de la vida en común, un momento que puede convertirse en un regalo cuando se da y se ofrece desde el amor que se ha compartido.
Nana Vieja es un canto a las cosas sencillas que llenan el equipaje de nuestra existencia. Una despedida consciente que nos invita a llegar a la muerte con la mochila ligera y rebosante de sensaciones y agradecimientos a la vida.

El Ángel del abuelo
Jutta Bauer
Loguez Ediciones,  2011
Edad: +3

Muchas cosas de la vida pueden sentirse como un misterio o como cuestión de suerte. El ángel del abuelo nos presenta a un anciano recordando lo sufrido y lo gozado en su vida. Y mientras lo hace, vemos cómo nunca ha estado solo. Un ángel le ha guardado las espaldas.
Podemos interpretar el cuento como una revisión de la figura del ángel de la guarda, que nos vigila y saca las castañas del fuego todas esas veces en que “por los pelos” no nos pilla un coche o no nos hace caca un pájaro en la chaqueta. Pero también es posible interpretar a este ángel como una metáfora de que no existen las casualidades y que la vida es estar al filo, hacer malabares con multitud de pequeños misterios para los que no tenemos explicación.
Ambas interpretaciones conviven en este libro de ilustraciones sencillas que muchas veces cuentan más que el texto, escenas de ambientación austera en las que no sobra nada, con grandes espacios vacíos  y donde los personajes y sus acciones son los protagonistas.
La vida se compone de pequeñas cosas no siempre agradables, pero necesarias. Este álbum muestra que el mejor legado que podemos dejar a los nuestros es esa fe y seguridad en que, con confianza, esfuerzo y un poco de ayuda, conseguiremos que en nuestra vida predominen la alegría y el buen color. Y a esa forma de explicar los misterios cotidianos unos lo llamarán suerte, otros un ángel.

Una casa para el abuelo
Grassa Toro/Isidro Ferrer
Libros del Zorro rojo, 2014
Edad: +6

Hoy día la muerte suele ocurrir fuera de casa. Nos separamos de ella lo más posible, pedimos a otros que se encarguen de todos los trámites e intentamos ahorrar o dulcificar el mal trago a los más pequeños.
Nada de esto ocurre en Una casa para el abuelo. Al morir este su hija, su esposa y sus nietos buscan un lugar para enterrarle. Eligen un pueblo alegre, vivo y rodeado de girasoles. Y allí, donde descansa el abuelo, ellos levanta su casa y viven todos juntos, “cada uno a su manera”. Todos participan en el entierro y en rehacer la vida sobre el recuerdo del abuelo. No hay ocultación. Ya se encargan de mostrarlo las ilustraciones, llenos de alegría y vitalidad, expresivos collages que mezclan dibujos bastante geométricos y fotografías de personajes hechos con objetos de lo más variopinto.
Con naturalidad, el cuento muestra la conexión entre lo vivo y lo muerto, cómo la vida se hace sobre los recuerdos, sobre las vidas de otros que nos han dejado su amor y sus historias antes de irse.
La familia acoge la pérdida del abuelo y la integra en su vida cotidiana como algo fundamental. Edifica sobre ella. De esta manera, quien se ha ido está siempre aquí.
Una casa para el abuelo es un cuento donde el pasado se muestra como los cimientos del presente, donde el abuelo permanece a través de las ilustraciones que nos lo muestran vivo, sosteniendo el hogar; y en las historias de la abuela que, a veces, no puede evitar contarlas con voz de hombre.

La abuela durmiente
Roberto Parmeggiani/Joao Vaz de Carvalho
Kalandraka. 2015
Edad: +3

La relación entre nietos y abuelos suele ser un lugar de amor gratuito, admiración, generosidad… donde las dos partes aprenden a mirar con otros ojos el mundo. Un espacio donde el asombro del primer descubrimiento y la madurez de la experiencia conviven.
En la abuela durmiente conocemos a una abuela que duerme todo el día desde hace un mes, pero que antes no era así. A través de sus recuerdos, el nieto nos habla de lo que hacía con ella antes de que se durmiera. Lo hace con una voz infantil que destaca las cosas que cualquier niño recordaría: las meriendas, los regalos y, cuando comienza su declive, los despistes y excentricidades. Una vez dibujado todo el proceso, basta un cambio de tiempo verbal para devolvernos a la realidad: la abuela ya no “duerme”, la abuela “dormía”, porque ahora ya no está.
El nieto convive con la abuela hasta el último momento, le lee su libro favorito mientras con su imaginación busca respuestas a por qué la abuela duerme hasta concluir que, como el personaje del cuento clásico, lo hace en espera de un príncipe que venga a llevársela a hacer las cosas que más le gustan.
Es una historia escrita con sencillez, donde no sobran palabras, y con unas ilustraciones cálidas, sin apenas detalles donde perderse, sostenidas por los personajes que transmiten las emociones de cada escena. Una cuento dentro de otro cuento porque una abuela puede ser también rescatada por su príncipe azul, ser feliz y beber limonada. Aunque eso signifique que ya no la volvamos a ver.

¡No es fácil, pequeña ardilla!
Elisa Ramón/Rosa Osuna
Kalandraka 2011
Edad: +3

En esta historia, la muerte de su madre sume a la pequeña ardilla en la tristeza, la incredulidad, la desgana, la rabia…. Desde sus ojos infantiles pasamos por todas las fases del duelo. Y mientras algo va cambiando en ella, dos personajes adultos la acompañan: su padre y el búho, un silencioso vecino. Ambos se limitan a estar ahí, como dos buenos secundarios, a sostener y escuchar durante todo el proceso, sin acelerarlo en ningún momento. Respetando de una manera muy hermosa el ritmo del dolor en la pequeña ardilla.
Mientras el búho apenas interviene, el padre, de vez en cuando, se acerca desde su propio dolor al de la hija. Ambos comparten emociones y sentimientos y se comunican desde ellos, desde cómo cada uno, a su edad y con su experiencia de vida, los está llevando. Y casi sin proponérselo, van sanando sus heridas y evolucionando la asunción de la pérdida. El respeto que muestra el padre al dolor de la pequeña ardilla que en ningún momento intenta explicar, obra el milagro de que lo hagan cada uno a su ritmo y, al mismo tiempo, los dos de la mano.
Una historia emotiva, cercana al lector y pre-lector infantil gracias a los personajes animales, que trata sin tapujos el dolor y sus efectos y que nos presenta a la muerte como el misterio que es. La pequeña ardilla llora, niega, se enfada, asume, se reconcilia consigo misma y, finalmente, es capaz de reconocer aunque no sepa por qué, que su madre sigue cerca.

La caricia de la mariposa
Christian Voltz
Kalandraka, 2008
Edad: +5

¿Dónde van los que se van? ¿Se quedan en algún lugar cercano? ¿Podemos hacer algo para conectar con ellos? La caricia de la mariposa responde a estas preguntas con grandes dosis de ternura, humor y vida, mucha vida. Abuelo y nieto comparten preguntas y reflexiones sobre la abuela que ya no está -¿o sí?- mientras trastean en el jardín, que era su lugar preferido. Allí, el abuelo irá desmontando algunas explicaciones con lógica infantil apabullante: es difícil que la abuela esté volando entre las nubes, pues pesaba ochenta y cinco kilos. Tampoco se la imagina “bajo tierra, con los gusanos y las lombrices… ¡Ya ves! Con el miedo que le daban a ella los bichos”. Y mientras, sutilmente, la presencia de la abuela les ayuda en las tareas y les protege.
Las ilustraciones son valientes y originales, a base de collages formados por telas, maderas, objetos oxidados que, paradójicamente, transmiten mucha vida.
Se trata de un álbum que disfrutarán niños y adultos. Un relato delicado que aúna aceptación y esperanza. Muestra cómo Las personas fallecidas permanecen entre nosotros a través del recuerdo amoroso y, por qué no, de vínculos tan sutiles como una mariposa que puede unir en sus aleteos el mundo vivo y la vida que desprende la presencia invisible del ser querido que no está.

La isla del abuelo.
Davies, Benjie
Editorial Andana, 2015
+3


Leo quiere al abuelo. El abuelo quiere a Leo. Y eso no cambiará nunca.  Ambos comparten emociones, sentimientos, ilusiones y mucha mucha vida y alegría. En este viaje emocional y fantástico llegarán a una isla que se revela como el lugar perfecto para el abuelo. Leo se despide de él y vuelve a casa, donde le echará de menos hasta que descubre que, aunque ya no está, no se ha ido del todo.
Lo primero que destaca de este álbum es el color que se desprende de todas sus páginas. Solo una de las ilustraciones, la vuelta de Leo en la que el viaje se hacía mucho más largo sin el abuelo, es totalmente gris. Antes de que se produzca la despedida, Leo y su abuelo se divierten, disfrutan, llenan su particular mochila de recuerdos, de momentos inolvidables que más adelante ayudarán al niño a pasar el duelo de la separación.
Los dibujos transmiten alegría pero sin exageraciones. Cuando hay que ponerse serios, cuando toca estar triste, es el rostro de los personajes el que cambia ligeramente. El mundo sigue en colores, esperando pacientemente a que vuelva la sonrisa.
En este álbum la vida continua cuando se va alguien a quien queremos. Hay lugares que se cierran para siempre, pero todo sigue funcionando y nosotros tenemos el derecho a estar tristes, y también a volver a alegrarnos. Haber tenido la posibilidad de despedirnos con serenidad, e incluso alegría, hará que la recuperación del duelo se haga menos cuesta arriba.
Y eso es lo que le ocurre Leo, el protagonista de esta historia entrañable. El abuelo se ha ido, está en su isla. Y Leo sabe que está feliz porque los dos la han creado juntos. 

El escritor Madrileño Javier Fonseca es autor, entre otras, de la colección "Clara Secret" y el cuento ilustrado "El mago Bruno" (Macmillan); el álbum "Ole sardina" (Sieteleguas) y la novela "Tras los pasos de un zapato" (Algar).

14 de febrero de 2016

EL NIÑO NUEVO.


Los celos pueden definirse como un estado caracterizado por una sensación de frustración al creer que ya no somos correspondidos emocionalmente por las personas queridas (en el caso que nos ocupa, los padres) o, al menos, con la intensidad que nos gustaría.

Es lógico que cuando eres el único hijo todas las atenciones de la casa se centran en tí, eres "el rey de la casa". Pero la llegada de un hermano puede desatibilizar esta situación y hacer que el rey pueda sentirse destronado, provocando el rechazo al nuevo miembro de la familia.

En nuestras clases de Educación Infantil vivimos a diario este síndrome de celos entre hermanos, que en la mayoría de los casos se supera con normalidad, aunque es obvio que debe de ser una situación difícil para todos, niños y padres, que han de estar muy pendientes para no dejar de atender al hermano mayor, dedicando toda la atención a este nuevo hermano. Los progenitores han de estar antentos a estos celos entre hermanos, no magnificándolos pero, sobre todo, haciendo que no haya un trato de preferencia hacia ninguno de ellos.


En este álbum, "El niño nuevo", el rey de la casa se llama Elmore Green. Es el único niño de su casa hasta que llega un pequeño habitante que no es totalmente de su agrado. Al nuevo hermano no le gustan las mismas cosas que a Elmore, solo hace llorar y llorar si no le ponen su canal favorito, que por supuesto, no es el que le gusta al hermano mayor. Y cada vez que Elmore se queja todos le dicen lo mismo: que su hermanito no lo puede evitar, porque es muy pequeño.


Tan poco le gusta a Elmore la situación que un día le pide a sus padres que devuelvan a este pequeño al lugar de donde ha venido, pero éstos le explican que eso es imposible, así que el hermano mayor tendrá que conformarse y aprender a convivir con este pequeñajo intruso.

Pero al final será verdad eso de que el roce hace el cariño, porque un día Elmore descubrirá que a su hermano hay cosas que le gustan tanto como a él; empiezan a hacer cosas juntos, cosas incluso ahora son más divertidas que cuando Elmore las hacía solo.


Este álbum escrito e ilustrado por Lauren Child y editado por Juventud, es un claro ejemplo de que los celos ante la llegada de un nuevo hermano son totalmente normales, y que igualmente pueden llegar a superarse con normalidad. Porque... ¿aquel o aquella que odiaste porque un día ocupó tu espacio, no es hoy una de las personas que más quieres en el mundo? De bien es sabido, que el amor entre hermanos es insuperable.

JOSÉ CARLOS.