"Candela y yo estamos en la misma clase.
Está sentada justo delante de mi.
Yo solo la veo a ella. Ella no me ve".
¡Ay el amor, qué complicado! Ese sentimiento en mayúsculas que todos queremos sentir, pero además, que sientan hacia nosotros y que te empuja a veces, aun sin quererlo, a buscar la proximidad del ser amado. Por eso podemos llegar a ser capaces de hacer cualquier cosa por captar la atención de la persona amada, incluso en convertirnos en algo diferente a lo que realmente somos, con tal de conseguir su admiración. Pero en el amor no siempre triunfa lo que creemos...
Nuestro protagonista se enfrenta a su primer amor, ese que provoca los primeros cosquilleos en la barriga y que te hace olvidar todo lo demás, incluso lo que creías que más te gustaba, y estar constantemente dibujando soles y corazones en las hojas de los libros y cuadernos. ¿Lo recordáis? ¿os acordáis de aquél cosquilleo?... ¡cuánto ha llovido desde entonces!
Ella se llama Candela y es una apasionada de los pájaros, a los que se lleva todo el día observando y a los que cuida cuando están heridos. Así que nuestro amigo tiene un gran plan: como ella solo tiene ojos para los pájaros, ¡qué mejor que convertirse en uno de ellos para captar su atención!
Disfrazarse de pájaro es fácil, solo necesitas un hermoso plumaje como el que tienen los pájaros del bosque, pero puede entrañar un gran peligro: te puede llegar a gustar tanto el disfraz que al final te creas que eres realmente un pájaro y, además, te guste. Pero claro, convertirte en un niño-pájaro y querer ser lo que realmente no eres puede tener sus consecuencias y a veces éstas pueden que no sean muy agradables.
En "El día que me convertí en pájaro", Ingrid Chabbert nos acerca a esta preciosa y tierna historia sobre el primer amor y lo que somos capaces de hacer para que la otra persona también nos quiera. Pero sobre todo, esta historia nos enseña una gran lección: a veces el otro no busca en nosotros lo que creemos, no quiere que seamos lo que realmente no somos. Sencillamente le gusta nuestra simplicidad, que nos mostremos tal como somos, aunque pueda llegar a valorar el esfuerzo que hemos puesto por intentar cambiar.
Una sencilla (y a la vez profunda) historia, acompañada de las también en apariencia sencillas ilustraciones de Guridi que, tal y como nos tiene acostumbrados, con sus dibujos de líneas simples sobre fondo blanco, consigue acompañar magistralmente al texto para traernos bellas historias.
Estamos encantados que nuestros amigos de Tres Tigres Tristes hayan dado este paso al mundo del álbum ilustrado con libros como éste y otros de los que próximamente os iremos dando noticias, porque tienen una pinta fabulosa.
JOSÉ CARLOS.