Que los niños deben y pueden leer literatura de calidad es
uno de los objetivos que nos propusimos cuando iniciamos nuestro camino en este
blog, pero también que son capaces de entender y enfrentarse a historias que no
son de color rosa.
Literatura e ilustración de calidad es la que encontramos al
abrir las páginas de “El sueño de Lu Shzu” de Ricardo Gómez e ilustraciones de Tesa González (a la que tuvimos la suerte de conocer el otro día en una firma de libros en Sevilla).
Ricardo Gómez aborda en esta dura, pero entrañable historia,
el tema de la explotación y trabajo infantil que aún en muchos lugares se lleva
a cabo, abogando por el derecho a una infancia feliz que muchos niños y niñas no
tienen al alcance. Un sueño, el de ser feliz y tener una infancia digna que
muchos no tienen o a la que no se les permite el acceso. Por eso las historias no son
siempre de color de rosa como, dijimos al comienzo de esta entrada, y es
necesario o casi obligatorio recordar que hay otra realidad que no tenemos tan lejos y que es
necesario conocer.
"El sueño de Lu Shzu"
cuenta el relato de una niña “Dagomei” que trabaja en una fábrica de juguetes,
esclava de la fabricación del sueño de muchas niñas occidentales: el de tener
una preciosa muñeca.
De pequeña, con sus delicados dedos montaba piezas pequeñas para las muñecas. Pero cuando se hace mayor la llevan a la mesa donde las empaquetan y es entonces cuando descubre aquellas muñecas tan bonitas con sus vestidos de colores... ¡tan bonitas que quiere tener una!.
Ahí empezó su sueño... el de conseguir una preciosa muñeca.
De pequeña, con sus delicados dedos montaba piezas pequeñas para las muñecas. Pero cuando se hace mayor la llevan a la mesa donde las empaquetan y es entonces cuando descubre aquellas muñecas tan bonitas con sus vestidos de colores... ¡tan bonitas que quiere tener una!.
Ahí empezó su sueño... el de conseguir una preciosa muñeca.
La historia que cuenta Ricardo Gómez es estremecedora, pero
tan real como la vida misma. Una realidad que lamentablemente viven tantos niños y niñas a los que se les roba
la infancia y se les priva de la posibilidad de soñar .
El autor juega con las palabras, evitando dramatismos innecesarios, pero sin
alejarse de una dura realidad. Asimismo, el juego de colores y texturas que nos
ofrece Tesa González nos hace suspirar con que
esos niños y niñas que trabajan para que nosotros podamos cumplir nuestros
sueños, tengan en un futuro ese derecho a soñar que se les arrebata hoy.
LUIS