¿NO TE VOY A VER MÁS?
MUERTE, DUELO Y PÉRDIDA EN LA LIJ.
MUERTE, DUELO Y PÉRDIDA EN LA LIJ.
Comenzamos hoy con la primera de varias colaboraciones de autores e ilustradores que nos aportarán su visión sobre distintos aspectos de la literatura infantil y juvenil. Para inaugurar esta nueva sección el escritor Javier Fonseca reflexiona sobre el tema de la muerte en la literatura infantil. También nos recomienda diversas propuestas editoriales para tratar este tema con los más pequeños.
Es notorio que a la muerte se le teme por todo lo
que hay de desconocido en ella. Se le teme porque con ella nos ausentamos de
todo lo que hemos aprendido a amar, de la naturaleza, del pensamiento y hasta
del amor mismo. Y, se le teme, a veces mucho, porque el hombre se hace silencio
con la muerte.
Armando Quintero
La muerte en la LIJ (cuentacuentos.eu)
Si
la pérdida de un ser querido es un hecho duro y difícil de asumir por un
adulto, en el caso de los menores, esta situación plantea unos matices
diferentes. ¿Cómo explicar a nuestro hijo, nieta, sobrino... que el abuelo, mamá, su amiga o su mascota se
han ido y no van a volver?
Por
otro lado, es fácil que todo el que haya tenido relación con niños y niñas, en
algún momento haya escuchado de estos preguntas del estilo: ¿Dónde vamos cuando
nos morimos?; cuando te mueras, ¿no te voy a ver más?; ¿morirse es como
quedarse dormido?
Ilustración de Miguel A. Díez para "El último canto" de Pablo Albo. |
En muchas ocasiones los propios niños tienen respuestas a estas preguntas que nos sorprenden por su sensatez, entereza, sentido común y, sobre todo, por su imaginación.
Consciente
de que la muerte es un tema recurrente entre las inquietudes de niños,
la Literatura Infantil (LI) lo trata de muy distintas maneras, según el público
al que se dirija. Y lo ha hecho desde siempre, aunque desde hace unas décadas
ha variado considerablemente el enfoque.
Ha
sido un tema presente en los relatos tradicionales y cuentos de hadas narrados
en las cocinas, los patios… historias que escuchaban niños y adultos
embelesados por igual. En los inicios del siglo XX, el exceso de protección
hacia los pequeños hizo que fuera un tema tabú hasta que, más o menos en el
último cuarto de siglo, vuelve a tomar protagonismo en la LI.
Así,
tenemos textos muy sugerentes de gran belleza plástica, llenos de imágenes y
símbolos; mensajes más directos en los que la propia muerte es la protagonista;
relatos de fantasmas; personajes animales o fantásticos que encarnan las
inquietudes y emociones humanas ante este hecho; leyendas que intentan dar
respuesta...
La
LI puede facilitar la empatía. El niño se identifica con el personaje, se
proyecta, vive lo que le pasa a este y eso le puede ayudar a encajar su
pérdida. Con la LI se adapta el mensaje
a códigos más comprensibles para el niño.
La
clave para tratar de forma natural el tema de la muerte en la LI es huir de los
eufemismos, que ocultan la realidad. La Literatura tiene una herramienta muy
poderosa para tratar temas delicados: la metáfora. Mediante esta se explica y
se acerca la realidad al lector.
Ilustración de Rosa Osuna para "No es fácil pequeña ardilla" de Elisa Ramón. |
No
nos podemos olvidar de que estamos hablando de literatura. Y el escritor tiene
un compromiso consigo mismo, con el lector y con la calidad. Ocultar ciertos
temas por miedos personales, pecar de exceso de protección… no es legítimo. En
última instancia, la muerte es lo que da sentido a nuestra vida. Si fuésemos
eternos, nos aburriríamos del sabor de los tomates; seríamos como zombies,
carcasas humanas sin esperanza. La muerte es nuestra contraportada y, como tal,
forma parte del libro de la vida. Como el sexo, la guerra, la política, los abusos…
Todos estos temas que llenan los telediarios sin escandalizar a nadie.
Ilustración de Aitana Carrasco para "Lejos" de Pablo Albo. |
Ocultárselos
a los lectores más jóvenes sería un engaño, privarles de lo que es suyo,
porque, no nos olvidemos, son niños, no tontos, ni seres de otro planeta.
Viven, sienten, se preguntan, bromean… sobre los temas universales como
cualquier ser humano. Si nos referimos a la muerte, la negación, la búsqueda de
respuesta, la conformidad, la explicación fantástica, la culpabilidad… son
todas reacciones humanas y en los niños se producen con intensidad diferente
que en los adultos, peros se producen.
A
continuación, ofrecemos una serie de títulos que abordan el tema de la muerte
brevemente analizados:
¿Cómo
es posible??!
La
historia de Elvis
Peter
Schössow
Loguez
Ediciones 2006
Edad:
+6
El
interrogante del título de este álbum suele ser la primera reacción ante una
pérdida. La niña protagonista de esta historia acude al parque arrastrando su
pena y su rabia dentro de un bolso rojo chillón. Un grupo de personajes
comienzan a seguirla: un ser alado, un oso de peluche, un perro, un hombre
pequeño con una gran maleta, una mujer “larga” y un hombre jugando al yo-yo.
Son seres que se preocupan por ella y pueden interpretarse como el imaginario
de las diferentes etapas de su vida infantil. Nadie parece verla salvo esa
extraña troupe. Solo ellos y la niña destacan en lo dibujos por sus colores
fuertes. El fondo de las escenas y el resto de personajes aparecen en un
segundo plano casi como marcas de agua. Hasta que grita: “¿Cómo es
posible?!!” Entonces, la ilustración parece despertar. Esto se repite tres
veces hasta que la mujer larga le pregunta qué le sucede y la niña, primero
enfadada y luego llorando, les muestra la pena y la rabia que guarda en el
bolso.
El texto y la ilustración se complementan y apoyan para contarnos
esta historia tierna, con toques de imaginación y de absurdo que integra la
pérdida de un ser querido -sea este quien sea- como un paso más en el
crecimiento y una oportunidad para la madurez. Después del duelo y la despedida
nos quedamos con la seguridad de que, a partir de ahora, Elvis va a formar
parte de la galería de experiencias de vida que acompañará a la protagonista de
esta historia y a la que podrá acudir cuando necesite consuelo y paz interior.
El
árbol de los recuerdos
Britta Teckentrup
Nube8 ediciones y
Pepa Montano editora
Edad: +3
Zorro, después de
una vida larga y feliz en el bosque, está cansado. Llega a su lugar favorito,
se tumba, observa el bosque por última vez y se queda dormido para siempre. A
partir de este momento, sus amigos se acercan, lloran su pérdida y, acto
seguido, todos comienzan a recordar con nostalgia y alegría los momentos
compartidos.
El texto está
escrito pensando en los más pequeños. Quizá por eso la autora se permite en
ocasiones incluir, a través del narrador, algunas aclaraciones y comentarios
que pueden sonar reiterativos.
Destaca la
sencillez del lenguaje y cómo aborda el tema del duelo. Los animales, nos dice,
“permanecieron silenciosos mucho tiempo”. Esta indefinición nos señala
cómo el duelo no puede acotarse temporalmente. Cada cual necesitará un plazo
para asumir la pérdida del amigo. Lo importante es dárselo y acoger los
sentimientos que aparezcan sin rechazarlos. No dejar que pase, sino pasarlo.
Vendrá como el invierno y se irá como este al llegar la primavera. Este cambio
de estación es el recurso con el que la autora refuerza la idea. Son dibujos
cálidos, incluso en las escenas invernales, planos y muy expresivos, que
recuerdan a un collage y complementan la poesía del texto. Palabra e imagen
potencian la idea de que la muerte es una parte imprescindible del ciclo de la
vida y no tiene por qué ser una despedida para siempre. Porque si nosotros
queremos, nadie se va del todo.
El
libro triste
Michael Rosen/Quentin
Blake
Serres editores
Edad: 3-99
Michael Rosen nos
cuenta en esta historia qué le pone triste: pensar en su hijo Eddie, que murió.
El título no engaña. Este es, quizá, un libro más sobre la tristeza que sobre
la muerte. Contado desde la experiencia y sin tapujos. Y ese es su principal
valor: que el autor cuente su historia. Con ello normaliza la tristeza que
todos sentimos en algún momento.
Pone negro sobre
blanco sentimientos que todos hemos tenido alguna vez. No busca darnos una
explicación que él no encuentra, aunque sí nos muestra cómo busca algunas
soluciones que le ayuden a entender o a sobrellevarla. Nos hace empatizar con
el padre triste porque a este no le ocurre nada que no nos haya pasado a
nosotros alguna vez. Y, sobre todo, porque no se limita a mostrar esa parte de
la tristeza que despierta compasión. También nos muestra “el lado oscuro” que
lleva al personaje a hacer tonterías o incluso cosas malas que no puede
contarnos porque “no está bien contarlas delante del gato”.
Estamos ante un
magnífico ejemplo de convivencia entre texto e ilustración. Más que un
equilibro hay una total compenetración. Se subrayan, se acompañan, se ceden
protagonismo según las escenas: fluyen como si salieran de un mismo corazón.
Una historia que
conmueve, contundente, como es la tristeza de la que nadie está libre, pues“¿Quién
se siente triste? Cualquiera puede estar triste. La tristeza viene y te
encuentra”.
Paraíso
Bruno
Gibert
Ed.
Los cuatro azules 2009
Edad:
+5
A veces,
la mejor manera de tratar temas sensibles y delicados es acudir a lo cotidiano.
Así ocurre con este pequeño álbum ilustrado donde un niño nos cuenta sus
reflexiones a partir de la muerte de su abuelo.
El
narrador es el propio niño protagonista, que nos presenta sus ideas y
pensamientos en torno a la muerte preguntándose si todo el mundo va al paraíso,
cómo serían las ciudades de ese lugar, o lo genial que sería renacer, siempre y
cuando se pudiera elegir, claro. Para ello, el autor se sirve de un lenguaje y
un tono infantil, muy cercano al pequeño lector, que fácilmente se identificará
con las reflexiones del protagonista.
Pero lo
más interesante de este Paraíso son sus imágenes. Los pensamientos en
voz alta del protagonista están acompañados por iconos que el lector, sea cual
sea su edad, puede fácilmente reconocer. A veces obvios, otras sugerentes. Así,
el recuerdo de los paseos con el abuelo se ilustra con una señal de tráfico de
bicicletas; la edad de este nos la muestra una señal de velocidad máxima, o la
vida y la pasión el as de corazones.
Un hermoso libro que nos demuestra cómo los ojos de un niño pueden darnos lecciones
de sentido común a través de la imaginación y la inocencia. Porque, si
mantenemos despierta al menos una parte de nuestra mente infantil, estas
cualidades no están reñidas con la seriedad y naturalidad a la hora de tratar
cuestiones delicadas.
Cuando
la Muerte vino a nuestra casa
Jürg Schuiberg/Rotraut Susanne Berner
Lóguez Ed. 2013
Edad:
+5
Esta
historia está ambientada en un lugar donde hubo un tiempo en el que no conocían
a la Muerte. Por eso, aquello que podía construirse se mantenía hermoso y
entero, y no necesitábamos darnos los buenos días porque todos los días
eran buenos. Esta situación idílica se trunca cuando aparece un viajero
como otro cualquiera que tropieza y ha de quedarse a descansar y recuperarse
una noche. Y este pequeño incidente lo cambia todo de manera dramática.
Explícito
y crudo en una primera lectura, este álbum trata con exquisita sutileza las
múltiples caras de una vida con sentido, viva. La Muerte rompe la calma
insípida del lugar y con ello enseña a sus habitantes a sentir. En las primeras
ilustraciones vemos a unos personajes planos, fríos, que no expresan
absolutamente nada en su “mundo feliz” hasta que la aparición de la Muerte los
despierta. Y es un despertar suave, sutil, que se manifiesta en que los dibujos
empiezan a moverse, a interactuar, a sufrir y, poco a poco, expresar emociones
con sus rostros. La siniestra viajera trae a ese lugar aparentemente idílico el
sufrimiento, pero también la compasión y el consuelo. Llega la vida con sus
claroscuros.
Después
de una lectura reposada del texto y de los dibujos, aprendemos que el hecho de
que las cosas se acaben, marchiten, rompan, es, al mismo tiempo lo que
demuestra que están vivas. Saber que tenemos un final nos permite disfrutar del
día a día y del otro. La otra opción, aparentemente feliz, es una existencia
hueca, de muerto viviente, sin sentido ni sentidos. Sin vida. Si queremos
vivir, es preciso asumir que somos “vivos murientes”.
Nana vieja
Margaret Wild/Ron Brooks
Ediciones
Ekaré, 2000/2008
Edad:
+3
Nana
Vieja y Chanchita, su nieta, llevan mucho tiempo viviendo juntas, compartiendo
el día a día. Una mañana, Nana Vieja no se levanta a desayunar y Chanchita
tiene que encargarse de todas las tareas. Al día siguiente, aún débil, la
abuela se levanta con un montón de tareas que hacer antes de que llegue la
noche.
Este
álbum nos habla sobre cómo afrontar la muerte, la propia y la de alguien
querido, cómo compartir ese momento que puede convertirse en el de amor máximo,
tanto del que se va como hacia el que se va.
Guiados
por el narrador vemos, por un lado, cómo la abuela se prepara para morir y, por
otro, cómo la propia nieta vive no solo la despedida sino todo el proceso de
acompañamiento a alguien que se va. Que los personajes sean animales
“humanizados”, los tonos cálidos y los trazos casi impresionistas de las
ilustraciones, los silencios que se intuyen... Todo aporta a una visión muy
natural y afectiva de la muerte.
Poder
despedirse es una suerte. Dejar las cuentas claras y todo bien atado. Llegar al
final con la consciencia necesaria para hacerlo nos permite agradecer a la vida
todo lo que hemos disfrutado con y de ella. Y acompañar a alguien en su
despedida es una oportunidad única, otro paso más de la vida en común, un
momento que puede convertirse en un regalo cuando se da y se ofrece desde el
amor que se ha compartido.
Nana
Vieja es un
canto a las cosas sencillas que llenan el equipaje de nuestra existencia. Una
despedida consciente que nos invita a llegar a la muerte con la mochila ligera
y rebosante de sensaciones y agradecimientos a la vida.
El
Ángel del abuelo
Jutta
Bauer
Loguez
Ediciones, 2011
Edad:
+3
Muchas
cosas de la vida pueden sentirse como un misterio o como cuestión de suerte. El
ángel del abuelo nos presenta a un anciano recordando lo sufrido y lo
gozado en su vida. Y mientras lo hace, vemos cómo nunca ha estado solo. Un
ángel le ha guardado las espaldas.
Podemos
interpretar el cuento como una revisión de la figura del ángel de la guarda,
que nos vigila y saca las castañas del fuego todas esas veces en que “por los
pelos” no nos pilla un coche o no nos hace caca un pájaro en la chaqueta. Pero
también es posible interpretar a este ángel como una metáfora de que no existen
las casualidades y que la vida es estar al filo, hacer malabares con multitud
de pequeños misterios para los que no tenemos explicación.
Ambas
interpretaciones conviven en este libro de ilustraciones sencillas que muchas
veces cuentan más que el texto, escenas de ambientación austera en las que no
sobra nada, con grandes espacios vacíos
y donde los personajes y sus acciones son los protagonistas.
La vida
se compone de pequeñas cosas no siempre agradables, pero necesarias. Este álbum
muestra que el mejor legado que podemos dejar a los nuestros es esa fe y
seguridad en que, con confianza, esfuerzo y un poco de ayuda, conseguiremos que
en nuestra vida predominen la alegría y el buen color. Y a esa forma de
explicar los misterios cotidianos unos lo llamarán suerte, otros un ángel.
Una
casa para el abuelo
Grassa
Toro/Isidro Ferrer
Libros
del Zorro rojo, 2014
Edad:
+6
Hoy día
la muerte suele ocurrir fuera de casa. Nos separamos de ella lo más posible,
pedimos a otros que se encarguen de todos los trámites e intentamos ahorrar o
dulcificar el mal trago a los más pequeños.
Nada de
esto ocurre en Una casa para el abuelo. Al morir este su hija, su esposa
y sus nietos buscan un lugar para enterrarle. Eligen un pueblo alegre, vivo y
rodeado de girasoles. Y allí, donde descansa el abuelo, ellos levanta su casa y
viven todos juntos, “cada uno a su manera”. Todos participan en el entierro y
en rehacer la vida sobre el recuerdo del abuelo. No hay ocultación. Ya se
encargan de mostrarlo las ilustraciones, llenos de alegría y vitalidad,
expresivos collages que mezclan dibujos bastante geométricos y fotografías de
personajes hechos con objetos de lo más variopinto.
Con
naturalidad, el cuento muestra la conexión entre lo vivo y lo muerto, cómo la
vida se hace sobre los recuerdos, sobre las vidas de otros que nos han dejado
su amor y sus historias antes de irse.
La
familia acoge la pérdida del abuelo y la integra en su vida cotidiana como algo
fundamental. Edifica sobre ella. De esta manera, quien se ha ido está siempre
aquí.
Una
casa para el abuelo
es un cuento donde el pasado se muestra como los cimientos del presente, donde
el abuelo permanece a través de las ilustraciones que nos lo muestran vivo,
sosteniendo el hogar; y en las historias de la abuela que, a veces, no puede
evitar contarlas con voz de hombre.
La
abuela durmiente
Roberto
Parmeggiani/Joao Vaz de Carvalho
Kalandraka.
2015
Edad:
+3
La
relación entre nietos y abuelos suele ser un lugar de amor gratuito,
admiración, generosidad… donde las dos partes aprenden a mirar con otros ojos
el mundo. Un espacio donde el asombro del primer descubrimiento y la madurez de
la experiencia conviven.
En la
abuela durmiente conocemos a una abuela que duerme todo el día desde hace
un mes, pero que antes no era así. A través de sus recuerdos, el nieto nos
habla de lo que hacía con ella antes de que se durmiera. Lo hace con una voz
infantil que destaca las cosas que cualquier niño recordaría: las meriendas,
los regalos y, cuando comienza su declive, los despistes y excentricidades. Una
vez dibujado todo el proceso, basta un cambio de tiempo verbal para devolvernos
a la realidad: la abuela ya no “duerme”, la abuela “dormía”, porque ahora ya no
está.
El nieto
convive con la abuela hasta el último momento, le lee su libro favorito
mientras con su imaginación busca respuestas a por qué la abuela duerme hasta
concluir que, como el personaje del cuento clásico, lo hace en espera de un
príncipe que venga a llevársela a hacer las cosas que más le gustan.
Es una
historia escrita con sencillez, donde no sobran palabras, y con unas
ilustraciones cálidas, sin apenas detalles donde perderse, sostenidas por los
personajes que transmiten las emociones de cada escena. Una cuento dentro de
otro cuento porque una abuela puede ser también rescatada por su príncipe azul,
ser feliz y beber limonada. Aunque eso signifique que ya no la volvamos a ver.
¡No es
fácil, pequeña ardilla!
Elisa
Ramón/Rosa Osuna
Kalandraka
2011
Edad:
+3
En esta
historia, la muerte de su madre sume a la pequeña ardilla en la tristeza, la
incredulidad, la desgana, la rabia…. Desde sus ojos infantiles pasamos por
todas las fases del duelo. Y mientras algo va cambiando en ella, dos personajes
adultos la acompañan: su padre y el búho, un silencioso vecino. Ambos se
limitan a estar ahí, como dos buenos secundarios, a sostener y escuchar durante
todo el proceso, sin acelerarlo en ningún momento. Respetando de una manera muy
hermosa el ritmo del dolor en la pequeña ardilla.
Mientras
el búho apenas interviene, el padre, de vez en cuando, se acerca desde su
propio dolor al de la hija. Ambos comparten emociones y sentimientos y se
comunican desde ellos, desde cómo cada uno, a su edad y con su experiencia de
vida, los está llevando. Y casi sin proponérselo, van sanando sus heridas y
evolucionando la asunción de la pérdida. El respeto que muestra el padre al
dolor de la pequeña ardilla que en ningún momento intenta explicar, obra el
milagro de que lo hagan cada uno a su ritmo y, al mismo tiempo, los dos de la
mano.
Una
historia emotiva, cercana al lector y pre-lector infantil gracias a los
personajes animales, que trata sin tapujos el dolor y sus efectos y que nos
presenta a la muerte como el misterio que es. La pequeña ardilla llora, niega,
se enfada, asume, se reconcilia consigo misma y, finalmente, es capaz de
reconocer aunque no sepa por qué, que su madre sigue cerca.
La
caricia de la mariposa
Christian
Voltz
Kalandraka,
2008
Edad:
+5
¿Dónde
van los que se van? ¿Se quedan en algún lugar cercano? ¿Podemos hacer algo para
conectar con ellos? La caricia de la mariposa responde a estas preguntas
con grandes dosis de ternura, humor y vida, mucha vida. Abuelo y nieto
comparten preguntas y reflexiones sobre la abuela que ya no está -¿o sí?-
mientras trastean en el jardín, que era su lugar preferido. Allí, el abuelo irá
desmontando algunas explicaciones con lógica infantil apabullante: es difícil
que la abuela esté volando entre las nubes, pues pesaba ochenta y cinco kilos.
Tampoco se la imagina “bajo tierra, con los gusanos y las lombrices… ¡Ya
ves! Con el miedo que le daban a ella los bichos”. Y mientras, sutilmente,
la presencia de la abuela les ayuda en las tareas y les protege.
Las
ilustraciones son valientes y originales, a base de collages formados por
telas, maderas, objetos oxidados que, paradójicamente, transmiten mucha vida.
Se trata
de un álbum que disfrutarán niños y adultos. Un relato delicado que aúna
aceptación y esperanza. Muestra cómo Las personas fallecidas permanecen entre
nosotros a través del recuerdo amoroso y, por qué no, de vínculos tan sutiles
como una mariposa que puede unir en sus aleteos el mundo vivo y la vida que
desprende la presencia invisible del ser querido que no está.
La isla del abuelo.
Davies, Benjie
Editorial Andana, 2015
+3
Leo quiere al abuelo. El abuelo quiere a Leo. Y
eso no cambiará nunca. Ambos comparten
emociones, sentimientos, ilusiones y mucha mucha vida y alegría. En este viaje
emocional y fantástico llegarán a una isla que se revela como el lugar perfecto
para el abuelo. Leo se despide de él y vuelve a casa, donde le echará de menos
hasta que descubre que, aunque ya no está, no se ha ido del todo.
Lo primero que destaca de este álbum es el color
que se desprende de todas sus páginas. Solo una de las ilustraciones, la vuelta
de Leo en la que el viaje se hacía mucho más largo sin el abuelo, es
totalmente gris. Antes de que se produzca la despedida, Leo y su abuelo se
divierten, disfrutan, llenan su particular mochila de recuerdos, de momentos
inolvidables que más adelante ayudarán al niño a pasar el duelo de la
separación.
Los dibujos transmiten alegría pero sin
exageraciones. Cuando hay que ponerse serios, cuando toca estar triste, es el
rostro de los personajes el que cambia ligeramente. El mundo sigue en colores,
esperando pacientemente a que vuelva la sonrisa.
En este álbum la vida continua cuando se va
alguien a quien queremos. Hay lugares que se cierran para siempre, pero todo
sigue funcionando y nosotros tenemos el derecho a estar tristes, y también a
volver a alegrarnos. Haber tenido la posibilidad de despedirnos con serenidad,
e incluso alegría, hará que la recuperación del duelo se haga menos cuesta
arriba.
Y eso
es lo que le ocurre Leo, el protagonista de esta historia entrañable. El abuelo
se ha ido, está en su isla. Y Leo sabe que está feliz porque los dos la han
creado juntos.
Interesante entrada. Con su permiso, recogeré algunos de estos relatos para tratar en un aula de Primaria. Un saludo!
ResponderEliminarMuy buena la reseña. Añado dos títulos más por si pueden servir. Gajos de naranja de la editorial Tandem y La visita de la pequeña muerte editado por pastel de la gran Kitty Crowther. Un beso grande.
ResponderEliminarmuchas gracias!!
ResponderEliminarA mí me gusto mucho "buenas noches abuelo" de Loguez.
ResponderEliminarMe guardo la entrada gracias.
Pongo a su consideración un cuento que hice algún tiempo, soy principiante a escritor de cuentos infantiles, fabulas y obras de teatro http://obrascortasdeteatro.mx/cuento-infantil-el-nino-que-queria-estar-solo/ y sus comentarios serian de mucho interés para mi, para saber como voy en esta difícil profesión
ResponderEliminarSaludos